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lunes, 28 de febrero de 2011

HISTORIA: MI PRIMO Y SU AMIGO

Yo soy un muchacho de ciudad, 24 años, estudio por las noches en la universidad y durante el día y la tarde trabajo como oficinista en una empresa de servicios. Mi nombre Sebastián, de tamaño normal, blanco, cabello negro, delgado, de buen parecer, algo de vello sobre el cuerpo y el rostro sin llegar a exagerar. Me gusta practicar cualquier deporte para mantenerme ejercitado, y me encantan por sobre todas las cosas de hombres. A pesar de ese particular gusto, soy muy varonil y no he tenido muchas experiencias en mi vida. En la empresa donde laboro suelen darnos una semana de vacaciones a mediados de año que coincide con el descanso de la Universidad. Fue así como me decidí visitar a mis tíos que viven al norte del país, una zona rural de muchas fincas, pero cerca queda la playa y hay diversos ríos, por lo que sobra donde divertirse, además me podía broncear, algo que mi cuerpo agradecería ya que hacía mucho no lo hacía.
Llegué a las 11 de la mañana del lunes, cansado y sudoroso, el calor era insoportable, mis tíos me saludaron, se alegraron mucho de verme, me mostraron mi habitación que compartiría con Joaquín mi primo de 19 años, que no se encontraba ya que estaba trabajando en la finca de Mario, un vecino. Me bañé y puse más cómodo, almorcé y descansé un rato. Por la tarde a eso de las 4, llegó Joaquín cantando y jugando con un perro que lo seguía meneando la cola, entró besó a mi tía, se quitó el sombrero que llevaba y la camisa empapada en sudor, todavía no había notado que yo estaba allí.
Mis ojos se deleitaron con lo que estaban viendo, ya no era el primo chiquito que yo había conocido, sus hombros eran anchos y musculosos, sus bíceps parecían piedras, sus pechos bien formados y ni que decir de su abdomen, cada cuadrito en su lugar con un caminito de pelitos negros que iniciaban en su ombligo y se iban perdiendo hacia su bulto, tenía el cabello un poco largo y despeinado, y su cara era muy varonil y atractivo. Tía Lupe interrumpió mi visión con un regaño hacia Joaquín: “Muchacho mal educado, ¿qué? ¿No ves que aquí está tu primo Sebas?… salúdalo y ve a lavarte que te hace falta, pero no hay agua, tienes que ir a la quebrada… apresúrate, para que vengas a cenar con él”. Joaquín me volvió a ver, se disculpó, me dio un fuerte apretón de manos, reímos un rato y luego, me dijo que iba a ir a la quebrada a bañarse, para luego charlar de todo lo que había pasado durante estos años que no nos habíamos visto.
Durante ese tiempo ya yo estaba maquinando en mi mente como hacer para acompañarlo y poder disfrutar de ver su cuerpo desnudo en el agua, pero mi tía tenía otros planes y me pidió que le ayudara a pelar unas papas para la cena, lo hice lo más rápido posible y apenas terminé con mi labor, le dije a mi tía, que caminaría un rato para llegar con buen hambre a cenar. Yo más o menos recordaba donde quedaba la quebrada, solamente esperaba que mi primo no hubiera terminado de bañarse, habían muchos árboles y arbustos, de pronto escuché las risas de Joaquín y los ladridos de su perro, muy sigilosamente me acerqué asomándome de tal manera que él no se diera cuenta de mi presencia, solo esperaba que el perro no me delatara. Ahí estaba jugando con su perro, para suerte mía, ni siquiera había iniciado con su baño, y lo escuché decir: “Ya Sultán (su perro), no me atrases más, mami se va a enojar si no llego pronto, déjame bañarme tranquilo, luego seguimos jugando”, tal parecía que su perro le entendía, porque ahí mismo se echó, luego el perro escuchó un ruido se metió entre los árboles y no lo vi más.
Mi primo miró a su alrededor como cerciorándose que no había nadie cerca, se quitó su jeans, sus piernas hacían juego con su delicioso cuerpo, y su calzoncillo marcaba un gran y redondo trasero, se metió al agua, luego salió un poco para enjabonarse, el agua le llegaba a las rodillas, yo estaba escondido con mi riel en la mano sobándomela mientras espiaba a mi primo, de pronto Joaquín se quitó su ropa interior y quedó completamente desnudo delante de mis ojos, no podía creer lo que estaba viendo, era realmente un orgasmo solo el hecho de contemplarlo, su verga era de buen tamaño con su cabeza cubierta por la piel, sus huevos se veían pequeños y apetecibles, con un vello muy negro a todo alrededor de su miembro. Yo estaba a mil, mi picha destilaba gran cantidad de líquido, mis manos jugaban con la cabeza de mi verga esparciendo esa lubricación natural a todo su alrededor haciéndome sentir un placer total, mientras mi mente inventaba grandes fantasías con aquel buen espécimen de hombre que estaba contemplando.
Joaquín comenzó enjabonar su verga, sus nalgas, todo su cuerpo, tal parece que sus propias caricias lo estimularon, pues en unos pocos minutos ya su verga había cambiado de tamaño, estaba completamente erecto su pene era de muy buen tamaño, una vez más miró hacia todo su alrededor, y cuando confirmó que no había nadie cerca, comenzó a sobar su picha, cerraba sus ojos y acariciaba su pecho, pude ver como se mordía de medio lado su labio inferior, estaba disfrutando cada momento, de pronto aumentó la velocidad en su mano, tal parecía que estaba a punto de regarse, mientras tanto yo hacía lo mismo, Joaquín dejó salir un gemido y blancos chorros de leche caían en el agua, él tomaba sus huevos con una mano, mientras con la otra le daba grandes sacudidas a su picha, para que saliera toda la leche que había dentro de él. Inmediatamente yo me regué pringando unas hojas secas que había en el suelo.
Mi primo terminó su baño, se puso un pantalón corto que había llevado y así, sin secarse procedió a dirigirse a su casa una vez más. Dio unos silbidos y de la maleza apareció saltando Sultán, y se alejaron sin notar mi presencia. Cuando llegué a la casa a cenar, ya Joaquín estaba bien vestidito charlando amenamente con su madre y me dijo: “apúrate primo, que mi madre no me quiere servir hasta que tú te sientes, y yo estoy que muero del hambre”, se echó una fuerte carcajada, y me dio un abrazo. En realidad lo notaba más cariñoso y simpático que antes.
En la noche nos tiramos los dos en una hamaca que colgaba de unos árboles, y charlamos largo rato, recordando anécdotas y contemplando la hermosa noche, luego nos fuimos a dormir. “Sebas”… me dijo, “me alegro mucho que estés aquí, quiero presentarte con mi amigo Mario… ¿quieres acompañarme mañana a su finca?”. “Por supuesto”, le contesté, “pues tenemos que levantarnos temprano, sé que le vas a agradar, y él te va a agradar a ti… ya verás…”, luego me dio un abrazo de buenas noches, él se durmió, yo me quedé pensando un rato antes de dormir sobre los cambios tanto físicos como de actitud que mi primo había tenido en estos años. El canto de los gallos nos despertó, con la ayuda claro de la tía Lupe, que también pegó sus buenos gritos. Solamente nos lavamos un poco la cara y cepillamos los dientes, luego desayunamos, recogimos el almuerzo que preparó la tía para ambos, le dimos un beso y nos despedimos.
Joaquín era todavía un niño con cuerpo de hombre, durante todo el camino fue haciendo bromas, me empujaba, saltaba sobre mí, me despeinaba, así fue hasta que llegamos a la finca de Mario, él entró muy alegre, gritando: “Mario, Mario, ven que quiero presentarte a alguien”. De la puerta de la casa salió un hombre rubio, de unos 40 años, sin camisa, con el botón de su jeans abierto. Era muy atractivo y de buen cuerpo, alto y velludo; se notó su alegría al ver a Joaquín, los dos se dieron un fuerte abrazo, como si tuvieran tiempo de no verse, luego mi primo me presentó: “él es Sebastián, Sebas… mi primo de la capital”; “Mucho gusto” me dijo, mientras sonreía y me daba un apretón de manos.
“Pues vamos a hacer el trabajo pronto para tener tiempo de ir a algún lugar para que conozcas Sebas, ¿te gustaría?”; “claro” respondí, y nos pusimos a trabajar. En varias ocasiones pude ver como Mario y Joaquín conversaban animadamente y se daban abrazos esporádicos. Mario era un viudo sin hijos, me contó la noche anterior Joaquín, solamente se dedicaba a cuidar y velar por su finca, ahí tenía todo lo que necesitaba. Joaquín tenía poco más de un año de estar trabajando para él, pero más que un patrón lo consideraba un amigo, según me dijo.
Ya para el medio día habíamos terminado con nuestras tareas, almorzamos lo que la tía nos había dado, y Mario se nos unió con algunos alimentos que él mismo había preparado. “¡Bueno! Pues es hora de irnos” dijo Mario, “prepara tres caballos Joaquín, para salir a montar un rato”. Mi primo obedeció en el acto. Montamos como por hora y media, el paisaje era precioso, pero la verdad ya me dolía el trasero pues no estaba acostumbrado. Lo que me mantenía con mucho ánimo era ver a Mario y a mi primo sin camisa montando aquellas bestias solamente con jeans y botas; el sudor bajar por sus musculosos torsos y brillar con la luz del sol era el aliciente necesario para mantener casi una erección permanente.
“Llegamos” dijo Mario, “dejemos aquí los caballos”; y así fue, nos metimos por un trillo y llegamos a un precioso río, cristalino y manso. “Aquí podemos refrescarnos” me dijo mi primo. Mario se quitó las botas, y se metió con todo y pantalones al agua, Joaquín hizo lo mismo, pero en ropa interior; “¡Qué Sebas, no te vas a meter al agua!” dijeron los dos en coro; me quité mis tenis y pantalones, me daba un poco de pena, ya que se repintaba en el bóxer blanco la silueta de mi riel que estaba un tanto erecto, pero me tapé un poco con las manos y me zambullí.
Así estuvimos bañándonos y charlando por un rato, por momentos yo notaba algunas cosas extrañas, Mario y Joaquín se acariciaban discretamente bajo el agua y el trato entre ellos era muy especial. Salí del agua y me acosté en una gran piedra para tomar el sol; en realidad quería dejarlos solos para espiar que actitud tomarían. Mario se incorporó en el agua y se quitó sus pantalones quedando totalmente desnudo, yo dije. “seguro piensa que estoy dormido” así que apenas abría mis ojos para no perderme tal espectáculo. Luego mi primo lanzó su ropa interior a la orilla y también quedó como vino al mundo, yo estaba completamente excitado, de repente escuché a mi primo llamarme: “Sebas, Sebas, ven a bañarte con nosotros”, no lo podía creer, estaban desnudos y me estaban invitando a que hiciera lo mismo, notarían a primera vista mi erección, me senté en la piedra y pude ver, ahora sí completamente como los dos estaban con sus vergas totalmente duras.
Lo tomé de la forma más natural, me quité mi bóxer y así con mi picha a todo su esplendor fui al agua, Joaquín me abrazó y me dijo: “primo, yo me di cuenta cuando me espiabas ayer en la quebrada, y como te masturbaste mientras yo hacía lo mismo” no sabía que decir, me quedé callado, sin reacción; en ese momento sentí como Mario tomaba mi riel en sus manos, el sentir esas manos de hombre tomar mi picha hacía que me lubricara abundantemente, y más cuando comenzó a mamar mi verga, la introducía toda en su boca acariciando con su lengua la cabeza de mi picha, con movimientos lentos Joaquín fue poniendo su boca en la mía, introduciendo su lengua sin ninguna pena, besándome apasionadamente, mordiendo mis labios, agarrando mis nalgas con una mano, y acariciando el cabello de Mario con la otra.
No lo podía creer, yo, en ese río, con aquellos dos hermosos ejemplares masculinos, salimos del agua y nos tiramos en el pasto; tomé la verga de Mario, era inmensa, gruesa, le colgaban sus grandes huevos, rodeados por esos preciosos pelos de color oro, como pude la metí en mi boca, bueno, por lo menos lo que podía ya que era muy grande y gruesa; la succionaba con fuerza, mientras Joaquín se divertía con mi culo chupándolo, abría con sus manos mi agujero y metía la punta de su lengua, me lamía mi hoyito con gran pasión. Mario lo llamó porque quería mamar la picha de Joaquín, este se puso de pie, y mientras yo continuaba mamando a Mario, este tomó la verga de mi primo, y la introdujo toda en su boca, chupaba sus huevos y verga, con sus manos abrió las piernas de Joaquín, se echó un poco de saliva en su dedo y comenzó a meterle el dedo en el culo, mientras continuaba mamándolo, mi primo se retorcía y gemía del placer.
Me di cuenta que Mario era quien daba las órdenes, nosotros solo obedecíamos. Me tomó de la cara y me dio un fuerte beso y dijo “quiero que se la metas a tu primo”, ya para ese momento, Joaquín estaba de cuatro patas, abriendo su culo para darle la bienvenida a mi picha. Chupé un poco el culo de Joaquín, se lo llené de saliva, puse la cabeza de mi pene en su hoyito y empujé con fuerza, el gemido de Joaquín me invitó a que continuara con mi penetración y se la introduje toda hasta la raíz, podía sentir como mi primo cerraba su culo apretando mi picha con fuerza; “muévete” me dijo Mario “quiero ver cómo te coges a mi Joaquín”, mientras se frotaba su riel. Yo obedecía, me movía, sacaba y metía mi verga, Joaquín disfrutaba centímetro a centímetro mi picha: “que rico primo, sigue, sigue, me encanta sentirte dentro de mí, no pares… ¡ahhhh!”.
Pude sentir como Mario se ponía detrás de mí acariciando mi pecho y besándome la nuca y el cuello, y dijo: “quieres sentir mi verga mientras te coges a tu primo”, me quedé quieto, siempre con mi picha dentro de Joaquín, Mario puso su gran verga llena de saliva en mi culo y comenzó a meterla, ¡ayayay! Como dolía era demasiado gruesa, y de un solo la metió toda, sin ninguna contemplación, yo sentí que me moría del dolor, “tranquilo, tranquilo, sigue moviéndote, sigue cogiéndote a Joaquín”, como pude retomé el ritmo y el placer volvió, era la primera vez que me cogían mientras yo cogía. Mario se movía con fuerza, podía sentir sus huevos golpear mis nalgas, a la vez que los míos golpeaban las nalgas de Joaquín.
Luego Mario sacó su gran riel de mi culo y me indicó que me acostara boca arriba, lo hice, aunque en realidad moría de ganas de llenar el hoyito de mi primo con mi leche. Mario puso a Joaquín a chuparle el culo por un rato, luego aquel hermoso rubio cuarentón se sentó de un solo golpe sobre mi verga que ya estaba por reventar. Se la metió toda, no dejó nada, absolutamente nada afuera, y comenzó a moverse como si estuviera jineteando su caballo, Joaquín se puso frente a él y le introdujo su pene en la boca, mientras yo le metía mis dedos en su culo que estaba bien abierto de la cogida que le había pegado.
Yo ya no podía más, estaba a punto de regarme, Mario dijo: “debemos venirnos los tres al mismo tiempo” mientras jadeaba del placer que sentía con mi picha dentro de él. “Estoy a punto” dije yo acelerando la respiración, Mario dio su orden: “ya… ¡ahhhh! Lléname el culo de leche…”, inmediatamente de mi verga salió a gran presión todo el semen que tenía acumulado deseoso de salir, Mario abría y cerraba con gran fuerza el anillo de su culo, mientras de su gruesa picha salían uno, dos, tres… cuatro chorros de leche que iban mojando mi pecho, los gemidos de Mario se confundían con los de Joaquín, quien se estaba masturbando mientras un dedo de Mario y otro mío le penetramos su culo, fue quien más se regó de los tres, estaba de pie y su leche cayó en la boca de Mario, en mi pecho y finalizó en mi boca, introduciéndome su rico pene, lo que me permitió probar su leche hasta la última gota.
Al terminar nos dimos varios besos, con la promesa claro, de que repetiríamos la experiencia cada día de mi estadía en la casa de mi tía, luego nos bañamos y regresamos...

viernes, 25 de febrero de 2011

miércoles, 23 de febrero de 2011

lunes, 21 de febrero de 2011

HISTORIA: MI NOVIO

Hola, tengo 18 años y soy de la ciudad de México, desde la secundaria he sabido que me gustan los hombres y ahí fue donde conocí a mi mejor amante: Oscar desde que lo conozco el tipo me encanta, tez morena, ojos color miel, espalda ancha, brazos fuertes, pectorales grandes, un trasero divino y lo que mas disfruto: un abdomen marcado precioso, yo en comparación soy delgadito, tengo unas nalgas paraditas y piernas torneadas.
Hacía ya tres años que lo conocía y cuando cumplí 16 le confesé mi sexualidad, por supuesto él se alejó pero con el tiempo seguimos siendo los mismos grandes amigos. Hace unas semanas le organizamos una fiesta por su cumpleaños 19, el lugar: la casa de nuestra amiga Samantha, quien días atrás me contó, sospechaba que Oscar salía con un chico abiertamente gay, ya que solo
Sam y ahora Oscar saben sobre mí.
Después de conocer las sospechas de mi amiga me propuse descubrir la verdad, después de unos tragos le pregunté sobre el chico y obviamente lo negó. Me dio mucha pena así que me alejé a bailar, 2 horas después Oscar estaba completamente ebrio y yo no me encontraba del todo sobrio, Oscar me dijo: Leo,! Me llamo Leonel, estoy muy mal, ayúdame a ir a la cama de Samantha, yo por supuesto lo llevé, lo ayudé a acostarse y me pidió que le ayudara a desvestirse y por supuesto me aproveché de la situación tocando y acariciando su hermoso cuerpo, él se dio cuenta y entonces con una mano tomó mi cabeza y me besó, yo me sentí en las nubes, así comenzó una serie de caricias y besos que me volvieron loco, él se detuvo y me pidió que me fuera, estaba sobre él sin playera con las piernas abiertas sobre su delicioso paquete, pero con toda esa fantasía erótica, Oscar me dijo: vete!, en verdad esto no debió haber pasado, y aunque seguía ebrio era consciente de lo que pasaba.
Me puse mi playera y salí de la habitación, fui a despedirme de mis amigos, salí de casa de Sam como a las 2 am, subí muy decepcionado a mi coche y me fui.
Las siguientes dos semanas no tuve ningún tipo de contacto con Oscar, no hablamos ni nos escribimos por mail, en esos días me di cuenta de lo mucho que me importaba, no solo era por su atractivo, era por su amistad, por ese sentimiento de necesidad y amor hacia él, me sentía patético. Así llegó el viernes y sorpresivamente llamó:
-Hola amigo, me sorprendí y suspiré.
-Hola, ¿y ese milagro?
-Umm lamento no haber llamado antes, hoy tengo una fiesta, pensé que podríamos ir.
-Es una gran idea, respondí un poco nervioso.
-Esperaba que pasaras por mi a las 7 para hablar y aclarar todo, no podía creerlo.
-Si, es excelente, nos vemos, colgamos y yo estaba impresionado, lo conocía, y creí que nunca mencionaría el tema.
Me preparé y la verdad me esmeré en mi aspecto, salí de casa y llegué a la de Oscar que estaba a escasos 30 min. de distancia.
-Hola, dijimos ambos y nos abrazamos como siempre, entré y pasé a la sala.
- ¿Quieres cenar? lo miré sorprendido pero accedí, me sirvió además Martini seco.
Él estaba divino, traía una camisa blanca de mangas cortas y estampado de puntos grises, tenía 2 botones desabrochados que dejaban ver su pecho y su tatuaje de el ala de un ángel que se extendía en todo su pectoral izquierdo.
-El pollo está excelente. Yo lo hice, me dijo con ese tonito airado que detesto en él.
Jajaja si claro…ummm y de que querías hablar? Por favor Leo, ya estamos grandecitos ¿no?, lo que pasó en casa de Sam tiene que ser aclarado, yo estaba perplejo.
-Bien aclaremos, ¿por que me besaste? por que se me antojó, y tú, ¿porqué me acariciabas? jaja ¿sabiendo que me gustan los hombres me pides que te desnude? Te pedí que me ayudaras, siendo amigos creí que no te aprovecharías. ¿A que viene todo esto?, o sea, ¿que es lo que realmente quieres decirme?
Oscar tomó aire y me tomó de la mano, me quedé impactado…
-Hace unos meses que comencé a dudar de mi sexualidad, pero creí que solo era una etapa, y entonces en una fiesta, besé a un amigo, creí que era por el alcohol, pero al besarlo me excité, yo no podía creerlo estaba en shock. -¿Sorprendido? me preguntó.
-Bastante.
-Leo, lo que quiero decirte es que la noche que nos besamos, no estaba ebrio, solo un poco mareado, lo hice porque sabía lo que pasaría, pero después no pude seguir, sentí que te traicionaba al fingir y no quiero eso contigo.
-No entiendo, ¿a donde quieres llegar?
-Me gustas Leo, demasiado, y siento haberte besado así: fingiendo. -¡Wow!, pues no se que decir, tú igual me encantas, entonces se paró de la mesa y me tendió la mano, caminamos agarrados hasta su cuarto, cerró la puerta y en su cuarto había chocolates, vino, velas, en fin, todo para una noche de sexo.
-Leo?
-¿Sí?
-¿Quieres ser mi novio? casi me desmayo, puse mis manos rodeando su cuello…
-¡SI!
Nos besamos, esta vez lo disfruté aun más, sus dulces labios rozaban mi lengua, mi cuello y sus brazos me apretaban contra su cuerpo. Comencé a acariciar su pecho…Uffff, esa piel tersa con la que tanto había soñado, desabotoné su camisa y rodeé con mis brazos su cintura, él me desabotonó la camisa e inmediatamente me la quitó, nos miramos y volvió a besarme, quité la camisa de su cuerpo, y él comenzó a acariciar mis nalgas, las hizo completamente suyas con sus dedos, primero lento, y luego las estrujaba, bajó sus manos hasta mis piernas y con esa fuerza cargó mi cuerpo y en esa posición me llevó hasta su cama se puso encima de mi y besó mi torso, me quitó el cinturón y luego el pantalón, y conforme lo quitaba acariciaba y besaba mis piernas.
-Bonitas piernas, me dijo después de pasar la lengua por sus labios. Gracias.
-Pero se van a ver mucho mejor sobre mis hombros…
Me hinqué en la cama y él hizo lo mismo, desabroché su pantalón y se lo quité, volvió a hincarse y nos besamos, esa posición me fascinó, tocaba sus nalgas su espalda y él disfrutaba de mi culito.
Sirvió 2 copas de vino y brindamos, me daba fresas y chocolates con su boca y me acariciaba, estábamos en un vertiginoso éxtasis de pasión, no pude más y le pedí que se recostara, bajé sus bóxers y ahí estaba, preciosa, brillante y gruesa y cubierta con una gran mata de vellos negros, 20cm para ser exactos, la besé primero en la cabecita, mi hombre tenía su copa de vino en la mano y me dijo:
-Mamala, y me la zampé de una vez, ¡como lo disfruté! la lamía, la engullí completa, la saboreé como a ninguna otra, su verga era lo que tanto deseaba, la verdad le di una mamada inolvidable y después de un buen rato de extasiarme entre su verga y sus gemidos, soltó su semen, espeso, caliente, y abundante… delicioso.
-Mmmm, eres muy bueno, me dijo mientras recuperaba el aire…
Me acerqué y lo besé, nos dimos tiempo de acariciarnos y besarnos hasta que me puse en 4, yo aún conservaba los bóxers así que Oscar recargaba su verga sobre la tela y el pecho sobre mi espalda y besaba mi cuello.
-Déjame hundírtela, me dijo entre gemidos.
-Todo lo que quieras, rspondi.
Me quitó el bóxer y me dio un maravilloso beso negro, su lengua recorrió mi culito entero y yo gocé al máximo, colocó un poco de lubricante y comenzó, la metió despacito hasta que pude sentir todo ese falo en mi, cuando la tuve toda dentro comenzó un mete-saca exquisito y me decía:
-Este culo es mío.
-Siii, ahhhhhh! todo tuyo…
Me volteó y puso mis piernas en sus hombros…
Yo solo mordí mis labios y me la introdujo de nuevo y otra vez esas descomunales embestidas me arrancaron el aliento, yo gemía y él me excitaba gritándome cosas sucias…
-Ahí la tienes puto, cométela, se que te gusta -¡Ahhh! ¡Ahhh!
Y se vino, sentí la leche correr por mi culo, puso su boca en mi verga y la mamó, no tardé mucho en llenar su boquita de leche, se tragó mi semen y me besó.
-Estuviste increíble, le dije.
-Tú igual. Te quiero respondio él.
Nos besamos y me quedé dormido entre sus brazos recargado sobre su pecho, llevamos 1 semana y es maravilloso…

viernes, 18 de febrero de 2011

miércoles, 16 de febrero de 2011

lunes, 14 de febrero de 2011

HISTORIA: MI TIO

Yo era joven en ese entonces, había terminado la secundaria y no sabía que haría con mi vida, o para ser sincero, sabía que no quería hacer nada, ya estaba cansado de tanto estudiar.
Mi hermano hacía poco que se había ido de casa por la universidad, yo vivía con mi padre entonces, él y mi madre se habían divorciado hacía como 5 años, mi padre era un hombre relativamente joven (40 años) que vivía para trabajar, por eso al ver que mis días transcurrían sin más actividad que estar en la cama mirando la tele, decidió que tenía que hacer algo por mí. Fue ahí cuando se le ocurrió llamar a su hermano (mi tío), hasta ese entonces, yo ni siquiera sabía que tenía un tío, entonces mi padre me explicó que hacía muchos años que no se hablaban, pero que mi situación le preocupaba, y que por eso lo había llamado.
La idea era la siguiente, yo me iría con mi tío, un hombre de campo, a ayudarlo con las tareas rurales. Me quería morir, ¿Yo, en el campo? ¿Con un persona que ni siquiera conocía?, lo se, era mi tío, pero no nos habíamos visto nunca, y recién me enteraba de su existencia. Dos días pasaron y llegó el bendito día en que me tenía que ir, ya tenía mi bolso hecho, y realmente no tenía otra opción que irme al campo, aunque no quisiera. Estaba en mi cuarto, y por la ventana pude ver que se estacionaba una camioneta toda destartalada en la entrada de la casa, momentos después tocaron el timbre, y no tuve dudas de que sería mi tío.
Agarré mi bolso y bajé, pude ver que la puerta de entrada estaba entreabierta, y vi a mi padre hablando con mi tío, él era más bajo que mi padre, y por lo que pude ver mucho más mayor, tenía puesta ropa de trabajo y se lo veía sucio, recuerdo que me dio asco, y quería morirme en ese instante. Mi tío se quedó en la entrada, y mi padre entró a la casa a mi encuentro, me dijo “ya está todo listo, te vas con tu tío”, yo ni siquiera le contesté y salí enojado de la casa. Me paré al lado de mi tío con mi bolso y dije “Soy Oscar” el hombre ni siquiera me miró a la cara y me hizo señas de que saliéramos.
Lo seguí, y subimos a esa camioneta destartalada, yo no podía cerrar bien mi puerta, así que mi tío pasó su cuerpo sobre mi para cerrarla, el olía muy mal, muy pero muy mal, olía a sucio, cuando ya íbamos en marcha, lo miré de reojo dos veces, él no emitía sonido, miré sus manos sobre el volante, sus dedos eran gruesos, de uñas medio amarillentas, cortas, pero aun así sucias, tenía un bigote tupido, que le cubría todo el labio de arriba, y casi también el labio de abajo, tenía pelo canoso, parecía cortado a cuchillo, no se, su piel se veía grasienta, tenía una panza grande que su camisa apenas podía contener, parecía que los botones estallarían en cualquier momento.
Él no emitía sonido, yo ni siquiera sabía si él podía hablar, y entre el silencio y el aburrimiento, me quedé dormido. Me desperté solo, y cuando miré por la ventanilla, era de noche cerrada, ni una sola luz se veía y todavía no habíamos llegado a donde demonios era que íbamos, miré mi reloj, habíamos viajado por siete horas más o menos. Él dobló en un camino, iba despacio, y finalmente, por las pobres luces de la camioneta, pude ver una especie de choza cuando él frenó.
Se bajó, yo hice lo mismo, y vi como él iba hacia la choza, así que lo seguí. Cuando entré, él ya había prendido una especie de farol que estaba apoyado en una mesa de madera pequeña, como para dos personas, era la mesa, el farol me confirmó que no había electricidad, él estaba parado a un costado, dándome la espalda, finalmente dijo “Soy Armando”.
No podía creerlo, el primer sonido después de tantas horas, apoyé mi bolso a mi lado, y recorrí la choza con mis ojos, pude ver en un costado una cocina humilde, la mesa donde estaba el farol estaba en el centro de la choza, y al otro costado pude ver una cama grande, no mucho, pero que con esfuerzo entraban dos, no había divisiones, así que todo estaba a la vista, no había señales de un baño. Yo estaba inmóvil, parado ahí, sin saber que hacer.
“Puede dejar su ropa ahí, mi’jo” y me señaló una silla vacía que había en un costado de la cama, él nunca me miraba, supuse que era tímido, no se. Tomé mi bolso y lo apoyé sobre la silla vacía, vi que del otro lado de la cama, había otra silla, con algunas ropas encima, era claro que era ropa de campo, y era claro que su placard eran las sillas. Cuando estuve cerca de la silla, pude ver que la pared de la choza era de piedra, no tengo idea de que material era el techo, supongo que de chapa.
Yo me sentía muy cansado, ese día había sido demasiado largo para mi, y no sabía donde iba a dormir, “tío, ¿yo donde duermo?” le pregunté, él me señaló la única cama que había en la choza, no dudé un segundo y me acosté así como estaba, me sentía muy cansado para cambiarme.
Me dormí enseguida, lo se, no se cuanto habrá pasado, pero me desperté porque sentí que la cama se movía, era mi tío, acostándose, la idea de compartir la cama con él me dio asco, pero era casi obvio que eso pasaría ya que era la única cama que había. Me puse de costado, dándole la espalda, y me corrí todo lo que pude hasta el borde de la cama, la cual tenía un colchón tan, pero tan duro que no se podía creer.
Solo unas horas después, sentí que alguien me sacudía del hombro, cuando me desperté, me di cuenta que era mi tío, lo miré entre dormido y dijo “Hay que ordeñar mi’jo”, miré mi reloj, ¡eran las 4am!, no lo podía creer, no había dormido casi nada, pero me levanté, no se de donde cuernos saqué la fuerza, y recuerdo haber puteado a mi padre mentalmente por largo rato.
Mi tío me mostró “el arte de ordeñar” y yo entre bostezos y bostezos, logré ordeñar mi primera vaca, al principio me daba cosa, pero después lo terminé haciendo. Ordeñamos las únicas 3 vacas que tenía, yo ordeñé 1, y el las otras 2.
Cuando terminamos con eso, me mostró como alimentar a las gallinas y a los caballos, y a la tarde me mostró como se pastoreaba a las ovejas, durante todas esas actividades, el apenas habló. Y descubrí que si querías mear o cagar, lo hacía alejado de la choza, en unos pastos de por ahí.
Comíamos una sola vez por día, y verduras hervidas, que me hacía limpiar, pelar y hervir a mí. Tenía la sensación que lo hacía todo yo, hasta limpiar un poco la choza, pero no me quejaba, no tenía otra opción. Así pasaron 3 días, cada vez que llegaba a esa cama dura, me dormía rendido, caía como plomo, siempre con mi tío al lado, parecía que él nunca se bañaba, yo pude hacerlo en un lago que había cerca de la choza, sin jabón, obvio, pero al menos algo es algo.
Era el cuarto día, no se que hora sería, mi reloj se había roto, pero por la ventana de la choza ya se veía oscuro, estábamos terminando de cenar esas verduras hervidas, que no tenían gusto a nada, ya que ni sal había, levanté mi plato y el de él y los apoyé sobre la cocina. Agarré un trapo y empecé a limpiar la mesa, mi tío todavía estaba sentado a la mesa cuando comencé a limpiar su parte, él se paró corriendo su silla, yo creía que para darme espacio de limpiar bien, en unos segundos sentí que mi tío estaba parado detrás mío, demasiado cerca para mi gusto. Yo me quedé inmóvil, con mi mano todavía con el trapo sobre la mesa.
Él avanzó un poco más, y pude sentir lo que sería su panza sobre mi trasero, me empujó de manera brusca, para que mi cuerpo cayera sobre la mesa, yo estaba paralizado, no sabía que hacer. Sentí que él me tironeaba los pantalones hacia abajo, y de un solo tirón los tenía por la rodilla, arrancó de un manotazo mi calzoncillo, como si estuviera pelando una verdura. En esa posición no podía ver nada, y no se que me pasaba, pero no podía mover ni un músculo, no se si era miedo o que, escuché como si escupiera, y acto seguido sentí su mano en mi ano, me hizo temblar.
Sentí que algo me perforaba de una manera brutal, así, de una, que mi ano estallaba en dolor y que me quemaba y ardía, podía sentir como él empujaba como un animal, y que la mesa se movía en cada empujón, él comenzó a hacer sonidos guturales, y yo lo único que podía pedir que eso pronto terminara, pero él seguía metiendo y sacando sin misericordia, en un momento no pude más y comencé a decir “ayyy” cada vez que él empujaba, “Cállese, mi’jo, aguante” me dijo, al mismo tiempo que pasó su mano por mi boca y presionó, parecía que esto nunca terminaría, hasta que en un último empujón dejó caer todo su cuerpo sobre mí, y sentí que mi culo era bañado por dentro como con un líquido caliente, supe que había acabado dentro de mi. Me soltó la boca, se corrió de la mesa, y salió fuera de la choza.
Yo quedé así, sobre la mesa, todavía sin poder creer lo que había pasado, con el culo al aire y ardiéndome todo, con el olor de mi tío por todo el cuerpo, hasta ese momento yo nunca había cogido con nadie, yo, con mis 18 años, solo había besado a un par de chicas, me pasé una mano por el culo, y cuando la miré, vi un poco de sangre y semen, me limpié el culo con el maldito trapo que había estado limpiando la mesa, me levanté el pantalón como pude, me dolía todo. Vi el calzoncillo roto, lo levante y junto con el trapo sucio de un poco de sangre y semen tiré todo en un tacho que teníamos para la basura.
Caminé despacio hacia la cama y me acosté muy despacio, el culo me dolía a morir, y me quedé dormido. Me desperté solo, y vi que mi tío no estaba en la choza, me senté en la cama, y noté que ya no me dolía el culo, pero me sentía el olor a mi tío por todos lados. Salí de la choza, y no había señales de mi tío, fui hasta el lago y me bañé, mientras lo hacía, comencé a recordar como me había desvirgado mi tío y se me paró la pija de manera bestial, me hice una paja, y cuando acabé salí del agua.
No vi a mi tío en todo ese día, hasta que en la noche, mientras servía la cena, él apareció, se sentó en su lugar y no dijo nada, solo comía, sin siquiera mirarme. Terminamos de comer, levanté los platos, agarré un trapo de por ahí, y comencé a limpiar la mesa de mi lado, mientras que mi tío no se movía de su silla, me fui acercando lentamente hacia su lugar, como lo había hecho el día anterior, a diferencia que esta vez mi tío no se paró ni movió su silla. Sin dejar de limpiar la mesa, y sin mirarlo, fui acercando mi trasero cada vez más hacia él, sentí como lentamente se levantó y corrió despacio su silla.
Me acomodé justo delante de él, ahora era yo el que esperaba con ansias ser cogido por mi tío, que me enterrara ese misil que tenía entre las piernas. Yo tenía puesto un pantalón de gimnasia, de cintura elastizada, así que cuando mi tío me tironeó de los pantalones para abajo llegaron hasta los tobillos sin problema, esta vez no me había puesto calzoncillos, así que quedé culo al aire ahí nomás. Pude sentir que rápidamente sacó su pija de su pantalón, volvió a escupir su mano y me la pasó por el culo, para segundos después clavármela hasta el fondo.
Me gustaba así, a lo bruto, sentir como empujaba, como metía y sacaba con una fuerza bestial, como temblaba la mesita debajo nuestro, quería que todo fuera como la noche anterior, exacto, así que empecé a decir “ayyy” para ver si me tapaba la boca, y así lo hizo, cuando me tapaba la boca sus penetraciones eran aun más profundas, y yo podía ahogar mis gemidos de placer en su mano sucia, y me calentaba aun más escuchar los sonidos guturales, casi animales que él emitía con cada empujón, me sentía en la gloria, porque ya el dolor y el placer iban de la mano, así que me entregué totalmente, él seguía metiendo y sacando de una forma descomunal, yo sentía que mi culo se rompería en 10.000 pedazos, pero no me importaba, quería más y más, hasta que él se dejó caer sobre mi, dándome toda su leche calentita por el culo.
Se apartó de la mesa rápido, pero esta vez no se fue, me dio la espalda, como para darme tiempo de subirme el pantalón. Yo me sentía en la gloria, me latía el culo, pero me sentía en la gloria, y me acomodé rápido el pantalón.
Mi tío caminó hasta la cama, y de abajo de ella sacó una valija muy vieja, la abrió, y sacó lo que me parecía dos vestidos. Me explicó con pocas palabras que era viudo hace muchos años, y que lo que había pasado entre nosotros era porque extrañaba estar con alguien desde que su mujer había muerto. Me pidió que durante las noches usara uno de los vestidos (que no era un vestido, era un camisón) y que no me pusiera nada abajo. Y que de día usara el otro vestido, sin nada abajo tampoco. Yo enseguida dije que si, esos vestidos eran de su esposa muerta, pero no me importó, me di cuenta que él quería que yo tomara en lugar de su mujer, y yo iba a hacerlo, con todo gusto. Ese viejo, que me había parecido tan asqueroso, ahora me calentaba a mil.
El salió de la choza un momento, y yo aproveché para sacarme la remera y el pantalón. Me puse el camisón, que era largo y anchísimo, o su esposa era una gorda tremenda, o le gustaba usar ropa grande. Me acosté de costado en nuestra cama y me tapé. Cuando mi tío entró de nuevo en la choza, me hice el que dormía. Caminó despacio hasta el borde de su parte de cama, se sentó, me destapó un poco, y obviamente yo tenía puesto el camisón, que parecía de un rosa súper gastado, casi blanco. Sentí cuando se acostó y apagó el farol que tenía al lado, quedando la choza en una oscuridad profunda. Acomodó la humilde sábana para que ambos estuviéramos tapados. En algún punto, me quedé dormido de verdad.
No se cuanto habrá pasado, me desperté porque sentí que mi camisón se movía, era mi tío, levantándomelo por debajo de las sábanas, ahora entendía porque tan ancho el camisón, era más fácil de quedar con el culo al aire de esa forma. No pasó mucho tiempo hasta que sentí que mi culo ya estaba al aire y listo para ser aniquilado por el misil que mi tío tenía entre las piernas, me calentaba mucho saber que todo esto pasaba por debajo de las sábanas. Yo todavía seguía de costado, y pretendía estar dormido.
Sentí una de sus manos en mi hombro que me empujaba y me hacía poner boca abajo, obviamente no me resistí, y en unos pocos segundos estaba en la posición que él quería. Sentí que la cama se movía y enseguida mi tío estaba sobre mi, le costó encontrar mi ano, así que como pude paré un poco el culo y enseguida sentí su misil atravesándome de una, me encantaba sentir que me clavaba toda su pija de una, empezó a empujar, el mete saca, dije mi famoso “ayyyyy” y automáticamente él me tapó la boca, siguió metiendo y sacando con todas sus fuerzas, y pensé que no podría aguantar el peso de su cuerpo, pero era tal mi excitación y goce que me olvidé de eso, me ponía a mil saber que me estaba taladrando debajo de la sábana, de esa manera, de forma bestial, su respiración me quemaba el cuello.
Empezó a clavarme su pija tan profundamente que sentía que me metía los huevos también, me la dejaba clavada un poco, aflojaba y la sacaba hasta la mitad, así lo hizo como unas 6 veces, y esto me volvió aun más loco, con mis gemidos ahogados en su mano, con su respiración caliente y sus sonidos guturales en mi cuello, y acabó dentro de mi, clavándome de una manera que pensé que romperíamos el colchón duro.
Se bajó de mí, me bajó el camisón, y me puso de costado. Él se acomodó en su parte de cama y se durmió. Metí mi mano por debajo de mi camisón y me toqué la pija, estaba lleno de semen, mi tío me había hecho acabar sin siquiera tocarme la pija, y yo tampoco me la había tocado. El hombre, en su brutalidad, era un excelente amante.
De día usaba el vestido, de falda larga que me llegaba hasta por un poquito arriba de los tobillos, era ancho, y obviamente sin nada abajo, me fascinaba usar ese vestido, porque él venía, me levantaba el vestido y me ensartaba de manera descomunal, sin importar lo que yo estuviera haciendo, ya sea alimentando a las gallinas, limpiando el establo, haciendo la cama o cocinando, ¡un día me cogió cuatro veces! Y en las noches, obviamente usaba mi camisón, era increíble de noche, como me cogía por debajo de las sábanas, ¡como me calentaba!

viernes, 11 de febrero de 2011

miércoles, 9 de febrero de 2011

lunes, 7 de febrero de 2011

HISTORIA: EL GUARDIA

Mi nombre es Andrés, tengo 29 años, y la historia que les voy a contar me ocurrió hace un año cuando vivía con unos familiares en una ciudad del sur de Colombia. Por aquel entonces habitaba en un conjunto cerrado todavía en construcción.
En una noche de luna llena cuando regresaba caminando de una reunión con unos amigos, me encontré con que habían quitado el fluido eléctrico a todo el barrio, y no se veía más que uno que otro resplandor de velas en las ventanas de las casas. Iba caminando lentamente por temor a caerme y afortunadamente la luz de la luna me permitía distinguir el camino. De pronto veo que alguien se acerca. Es el guardia del conjunto que esta haciendo su ronda. Ya lo había visto antes pero no había tenido la oportunidad de conversar con él. Es un tipo de unos 35 años, piel morena con un cuerpo bien formado que se nota a través de su uniforme. Me agrada y me excita pero trato de disimular mi turbación. Él me saluda y me pregunta que si voy para la casa. Yo le digo que si y el gentilmente se ofrece a acompañarme. En el camino me entero que se llama Elidio, es casado y tiene dos hijas.
Cuando estábamos por llegar a la casa, se me ocurre la magnifica idea de acompañarlo en una de sus rondas nocturnas, para dizque darle un vistazo al conjunto cerrado. Él acepta encantado y me lleva caminando por uno de los bordes que limita con un potrero, como me dice hace cuando le toca turno. Yo no estoy muy concentrado en lo que me dice, solo estoy esperando la oportunidad para seducirlo. El sendero no es muy fácil, hay por todos lados restos de materiales de construcción, y yo me detengo para descansar. Él se detiene junto a mí.
Con la luz de la luna puedo ver su cara, respiro profundo y me atrevo a tomarle la mano. Él no me rechaza como me lo esperaba, sino que me pregunta si soy de ambiente (como preguntamos por estas tierras si eres marica) y se acerca mucho más. Yo estoy a mil y lo atraigo hacia mí. Él mira para todos lados, para asegurarse que no haya testigos, acerca su boca a mis labios y me da un beso rápido pero apasionado. Yo no me hago esperar y sin recato mando mi mano a su pronunciado bulto. Para mi deleite, me encuentro con una gran verga erecta que pide a gritos salir de su prisión. Él me abraza con fuerza y me habla en la oreja.
-¿Te gusta lo que tocas?
-Claro que sí.
-¿Por que no te agachas y me la mamas?
Más tardó él en decírmelo que yo en obedecerlo. A partir de ese instante ya no tengo control sobre mí. Deseo ser sodomizada, usada, penetrada por todos los orificios imaginables. Me agacho y me encuentro con una verga descomunal: unos 20 cm de largo, 6 cm de diámetro, huevos grandes y no mucho vello.
Abro mi boca lo más que puedo me la introduzco poco a poco mientras con mis manos acaricio sus testículos y la entrepierna. Se la mamo con toda la pasión y experiencia que poseo. Es deliciosa y no paro de saborearla por todos sus rincones. Él jadea y con sus manos presiona mi cabeza para que me la meta mucho más. Sus líquidos preseminales empiezan a brotar y yo me los trago con avidez.
Miro hacia arriba y veo que tiene cerrados los ojos, se nota que está disfrutando.
-Te gusta, eh?
-Si, papi, me gusta.
-¿Te la quieres tragar?
-Ahora no, papi, después.
-Pues entonces levántate, putita, que quiero verte las nalgas.
Me levanto, y tan rápido como puedo me bajo los pantalones. Él también termina de desvestirse.
-Que bonitas nalgas… ¿De quien son?
-Solo tuyas, papi.
-Ah. Entonces en cuatro, putita.
Me recuesto sobre el pasto del potrero y él sin hacerse esperar se acuesta sobre mí. Siento su peso y no puedo moverme bajo su cuerpo. Mi verga erecta roza el pasto mientras él se mueve sobre mí. De pronto se detiene, me da un par de latigazos con su miembro, abre mis nalgas, escupe sobre mi hoyito, se lubrica su verga y sin avisar me la introduce toda de un solo empujón.
Sentí algo de dolor mientras su verga se abría paso en mis entrañas, pero con la situación tan excitante que estaba viviendo el dolor se convirtió rápidamente en placer. Él metía y sacaba su verga concentrado únicamente en su propia satisfacción.
-¿La quieres toda, putita?
-Si, Elidio. Más… Más… Húndamela toda… Uhm…Soy suya…. Haga lo que quiera conmigo, le decia, preso de la excitación.
Cada vez se movía con más fuerza. Entraba y salía de mi agujero como poseído. Yo disfrutaba sin necesidad de masturbarme. Mi ano se contraía y se dilataba al ritmo de sus embestidas.
-¿Así es que te gusta, Ehh, perra?
-Si papito, clávemela.
–Ahhhh, me vengo, putita, que culo tan rico…
Me inundó con su abundante leche y yo me corría mientras mi esfínter succionaba sin cesar aquella verga sin fin.
Terminado de eyacular, sacó su verga sin ninguna consideración. Se levantó, se limpió y me dijo que si quería repetirlo algún otro día él accedía gustoso pero tendría que pagarle.
Yo sin vacilar le dije que encantado y desde esa inolvidable noche soy la amante del guardia de mi conjunto cerrado...

viernes, 4 de febrero de 2011

miércoles, 2 de febrero de 2011